El cielo nocturno parecía mucho más vacío, pero ardía en una tormenta de fuego por la formación de nuevas estrellas
El fantástico telescopio espacial Hubble de la NASA ha revelado por primera vez cómo era el aspecto de nuestra galaxia, la Vía Láctea, antes de convertirse en el majestuoso molinillo de estrellas que vemos en la actualidad. Y lo ha conseguido gracias a la observación de la evolución de 400 galaxias similares a la nuestra en diferentes etapas de desarrollo en un lapso de tiempo de 11.000 millones de años.
A juzgar por las imágenes de estas galaxias lejanas, los investigadores descubrieron que la Vía Láctea comenzó probablemente como un objeto azul tenue de baja masa, que contenía gran cantidad de gas. El gas es el combustible para el nacimiento de estrellas, y el color azul es un indicador de la rápida formación de las mismas.
Los astrónomos también creen que, al principio, la Vía Láctea era un disco plano con un bulto en el medio, los cuales crecieron de forma simultánea en la majestuosa espiral que vemos hoy. El Sol y la Tierra residen en el disco, y el bulto, repleto de estrellas más viejas, es el hogar de un agujero negro supermasivo que probablemente creció junto con la galaxia.
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