Un estudio sostiene que cuando hablamos vamos dando sentido a nuestro discurso a medida que escuchamos nuestras palabras
¿Ha tenido alguna vez la sensación de que al hablar en voz alta va generando ideas nuevas? Y en ocasiones muy interesantes, por cierto. El psiquiatra Luis Rojas Marcos sostiene que hablar solo y en voz alta, dentro de unos límites razonables, es una forma muy saludable de procesar información. Poner palabras a nuestros pensamientos, viene más o menos a decir, ayuda a aclarar las ideas y también a tomar consciencia de las propias ideas.
En esa línea está una investigación publicada en Psychological Science que sostiene que cuando hablamos no siempre tenemos totalmente decidido lo que vamos a decir, y que en realidad lo vamos elaborando sobre la marcha. Y no se trata de las palabras que vamos a emplear. Sino del significado que le damos a lo que decimos. Esto a más de uno le resultará bastante familiar, en especial en momento de campaña electoral.
En general, en Psicología se acepta que lo que hablamos, nuestro discurso, se planea con antelación y que al empezar a hablar se tiene ya una idea consciente bastante precisa del mensaje. Sin embargo, algunos investigadores creen que no hay tal planificación en el discurso, y que más bien somos conscientes de lo que estamos diciendo cuando nos escuchamos a nosotros mismos.
Investigadores de las universidades de Lund y Upsala liderados por Petter Johansson se propusieron comprobar esta curiosa hipótesis. Y lo hicieron de una forma ingeniosa. Si no tenemos una idea muy precisa de lo que vamos a decir, un “ligero” cambio en las palabras que pronunciamos no nos sonará muy raro, incluso nos pasara inadvertido.
Andreas Lind, autor principal de la investigación y sus colegas de la Universidad de Lund en Suecia, querían ver lo que pasa cuando alguien dice una palabra, pero se escucha a sí mismos diciendo otra: "Si usamos la retroalimentación auditiva para comparar lo que decimos con una posible intención bien especificada, entonces cualquier discrepancia entre lo dicho y lo oído debe ser detectado rápidamente", razona. "Pero si escuchar nuestras propias palabras es una parte importante en la elaboración del discurso, si se trata de un proceso dinámico, la manipulación de lo que decimos podría pasar desapercibida", explica.
Así que pusieron manos a la obra y decidieron cambiar en tiempo real algunas palabras de los participantes que se escuchaban a sí mismos a través de unos auriculares, para ver si se daban cuenta. Y curiosamente algunos de ellos hicieron buena la frase “donde dije digo, digo Diego” y aceptaron como suyas las palabras que no habían dicho.
Fuente: http://www.abc.es/ciencia/20140508/abci-discurso-improvisar-cerebro-201405071610.html
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