Desvelan cómo el VIH se «cuela» en las células humanas
Primero fue el CXCR4 y ahora el CCR5. No se trata de robots, sino de dos de las moléculas claves que utiliza el VIH para infectar las células humanas. El hallazgo, que se publica en la revista Science, no es baladí, porque va a servir para diseñar nuevos medicamentos antirretrovirales -fármacos que atacan al virus del sida- más precisos y más selectivos. «Ahora que tenemos ambas estructuras tridimensionales de los receptores humanos CXCR4 y CCR5 es probable que veamos pronto la próxima generación de terapia contra el VIH», señala Raymond C. Stevens, del Instituto de Investigación Scripps de California (EE.UU.) y uno de los responsables de este hallazgo.
Tanto CXCR4 como CCR5 son receptores de las células humanas esenciales para que el virus pueda entrar en las células humanas. El VIH, explica la directora de la investigación, Beili Wu, los emplea para «colarse dentro de nuestro sistema inmune». El CCR5 es uno de los objetivos más codiciados en el ámbito del VIH. Aunque el VIH se descubrió inicialmente por infectar las células a través de otro receptor, los linfocitos CD4, los investigadores hallaron en 1996 que la infección también requiere, por lo general, un correceptor CCR5, que se encuentra junto CD4 en una variedad de células inmunes. La importancia de CCR5 en la infección por VIH se explica por el hecho de que ciertas variantes genéticas pueden drásticamente aumentar o disminuir el riesgo de infección por VIH, así como acelerar el proceso de la enfermedad después de la infección. Una reducida variante de CCR5, que se encuentra en alrededor del 10 por ciento de los europeos, no se expresa en absoluto en las superficies de células inmunes y las personas que la producen son casi invulnerables a la infección por el VIH.
Diseño de fármacos
Lo que los investigadores del Instituto de Materia Médica de Shanghai (China) han hecho es obtener la estructura atómica de alta resolución del receptor CCR5. Para ello, explican, utilizaron un antirretroviral, lamada maraviroc, que actúa al unirse al receptor CCR5 para que esté no permita la circulación del VIH. «Esta información -señala Wu- deberían ayudarnos a entender con mayor precisión cómo el VIH infecta a las células». Lo mismo piensa uno de los mayores expertos en este campo, José Alcamí: «es más que probable que se mejore el diseño de antirretrovirales». Para el investigador del Instituto de Salud Carlos III, se podría hablar de una situación similar a la de los años noventa, cuando se identificó la proteasa, una enzima clave en el proceso de replicación -copia- del VIH en el organismo, y que cambió el curso de la infección.
Además, añade Wu, la información de este trabajo será fundamental para saber cómo funcionan los inhibidores de CCR5 porque, «hasta el momento sólo se ha desarrollado un puñado de compuestos inhibidores de CCR5 y nadie sabe exactamente cómo funcionan, y una de las cosas que nos ha faltado es una imagen de alta resolución sobre la estructura molecular del receptor CCR5». Pero también, apunta Alcamí, aporta datos de los mecanismos de resistencia del VIH a maraviroc, es decir, «cómo se apaña el virus para esquivar el fármaco».
Primos pero no hermanos
Por último, el trabajo al comparar las estructuras de CCR5 y CXCR4, desvela por qué los virus emplean uno u otro receptor para infectar la célula. El CCR5 es «esencial en la primoinfección -primeras fases de la infección del VIH-», pero algunos virus -se estima que un 40%- cambian de receptor y utilizan el CXCR4, «auque no sabemos muy bien por qué ocurre» reconoce Alcamí. Los nuevos datos sugieren que la distinción entre CCR5 y CXCR4 como correceptores para la infección por el VIH se reduce a diferencias relativamente sutiles en las formas estructurales, que desde luego serán muy útiles para el diseño de fármacos.
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